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Hoy en día existen varios métodos que nos ayudan a comprender por qué debemos utilizar la crianza positiva y consenciente con nuestros hijos y alumnos. Y es que si hacemos una pausa y analizamos, sólo debería llamarse crianza. Debería ser normal tratar a nuestros hijos y alumnos con amor, respeto, colocando límites claros sobre lo que sí y no pueden hacer en casa o en el aula. Claro que no hay un manual, como nos decían antes para saber ser padres, pero hoy en día existen muchas investigaciones, métodos, libros y herramientas que nos ayudan a comprender el funcionamiento y desarrollo neuropsicológico de los niños.
Todos los seres humanos merecen ser tratados de una forma digna en todos los ambientes donde se desenvuelven, principalmente los niños, los cuales están con un cerebro en crecimiento y desarrollo. Al día de hoy la Neurociencia ha jugado un papel muy importante para tratar de explicar cómo un cerebro inmaduro, pero con muchas ganas de aprender necesita la guía de un adulto que esté consciente de todo lo que conlleva educar y formar a un pequeño ser humano.
Somos una generación a la que se le ha hecho muy difícil comenzar a realizar estos cambios, ya que, el hacerse consciente de querer algo diferente para esta nueva generación de niños que viene ha sido muy complicado. Nuestro cerebro tiene como conceptos normales las humillaciones, los golpes, los regaños, los gritos y pensar que si nos equivocamos perdemos autoridad. Y la verdad es que educar y criar va muy lejos de esta línea, en realidad es todo lo contrario. No podemos pedir, lo que no damos. No podemos pedir que nuestros hijos no peguen si nosotros enseñamos pegando, o que no grite si nosotros gritamos constantemente. Todos los niños aprenden con el ejemplo. Entonces la pregunta radica en, ¿Qué aprendimos nosotros de pequeños que estamos repitiendo los mismos patrones?
Probablemente lo más difícil para nosotros como padres, educadores y cuidadores primarios, es sanar esas heridas que nos ha dejado nuestra infancia. Cambiar ese chip que tiene nuestro cerebro que genera esa comodidad de continuar copiando los patrones que traemos de generaciones atrás. Porque pensamos que la crianza se trata de los niños y la crianza se trata más del adulto, de cómo toma las decisiones consientes y responsables para educar y criar a los niños.
Claro que podemos cometer errores, todos somos seres humanos y podemos encontrarnos en el borde o límite de nuestra paciencia. Como adultos podemos tener un mal día e incluso no querer estar cerca de las personas que más amamos porque no nos sentimos cómodos con la situación que estamos viviendo. Podemos pasar por momentos difícil, como el duelo, despido de un trabajo, la ruptura de una relación amorosa. Lo importante es cómo vamos a manejar y a vivir nuestras emociones. Cómo podemos controlar y sentir lo que estamos sobrellevando en ese momento y es lo mismo que pasa con nuestros niños. Mostrar nuestro lado vulnerable no hará que perdamos la autoridad, más bien nos lleva a nuestro lado humano y enseñamos que pedir una disculpa por cometer un error repara más que ponernos una coraza y no hablar de los temas que por más sensibles que parezcan debemos hablar con nuestros chicos.
En muchas ocasiones pensamos que nuestros hijos, por ser pequeños o incluso adolescentes no entenderán ciertas situaciones de la vida, pero como adultos es nuestro deber no subestimar la inteligencia de los chicos y hacerlos participes de la mejor manera sobre la resolución de problemas y conflictos y que juntos puedan encontrar una solución a lo que pareciera que es un laberinto sin salida.
Como sociedad somos muy duros y juzgamos la manera de cómo los demás crían a sus hijos. Pensamos que es mejor que nuestros pequeños no se muestren tal cuál son en público para que nosotros, como padres, no seamos criticados. Los niños son lo que son, niños. Niños que pueden tener un desborde emocional delante de las personas porque su cerebro no está lo suficientemente desarrollado para comprender que probablemente el restaurante, la plaza, el centro comercial o el colegio no son los mejores lugares para quebrarse y decir que no quiere comerse las verduras o no comprender que mamá y papá no pueden comprar el juguete que tanto quiere o probablemente no asimila que mamá y papá regresarán después de terminar la jornada escolar.
A ninguna persona le es agradable que le coloquen límites, incluso a nosotros los adultos nos es molesto cuando se nos indica que sí y que no podemos hacer en determinados momentos y lugares y en muchas ocasiones queremos hacer lo que “mejor nos conviene” o más bien salirnos con la nuestra. Pero esto no lo comprendemos con nuestros niños y queremos que ellos sí sigan nuestras normas y reglas empleando muchas veces, golpes, castigos, humillaciones y maltratos.
El tema de la crianza consciente y positiva es muy amplio y muchas veces es difícil de comprender, por lo que si tienes alguna duda o necesitas asesorías sobre este contenido, puedes contactarnos y con gusto te apoyaremos, brindándote las herramientas que necesitas para lograr una conexión con tu hijo o alumno.